Nuestra trayectoria vital es, fundamentalmente, el resultado de la conjunción de tres vectores personales:
- La vocación, relacionada con las capacidades y habilidades adquiridas a lo largo de las sucesivas encarnaciones.
- La voluntad o conjunto de decisiones conscientes, aunque detrás de las mismas puedan encontrarse motivaciones subconscientes e incluso inconscientes.
- El destino que el Universo tenga marcado para nosotros, según nuestro karma y nuestro dharma: todos tenemos al menos un destino individual, mientras que algunas personas encarnan además con un destino colectivo (más o menos público, según las circunstancias de cada cual).
Que vocación, voluntad y destino sigan una orientación común, es lo más cómodo para la persona y lo más efectivo para alcanzar excelentes resultados con el menor esfuerzo posible.
Sin embargo, sólo en contados individuos se da de manera espontánea y natural esa favorable conjunción:
A) Se trata de las personas «con suerte», los triunfadores.
B) También, en un plano superior, son los líderes, investigadores y creadores que logran fácilmente sus objetivos.
Es frecuente que el destino que el Universo haya marcado para nosotros implique el aprovechamiento de nuestras capacidades y habilidades; pero no necesariamente de acuerdo con la vocación conformada a través de las distintas encarnaciones. De hecho, pueden darse fuertes contradicciones entre vocación y destino; singularmente en el caso de que no coincidan y el Universo haya decidido que sigamos las metas marcadas por el karma y el dharma, y no exclusivamente las correspondientes a la vocación (en algunos casos, incluso las decididas por la Divinidad Creadora independientemente de nuestros méritos y deméritos objetivos, tanto presentes como kármicos).
Cuando vocación y destino no reman en la misma dirección, queda en entredicho la consecución de objetivos, y si la vocación pretende imponerse al destino, el fracaso a largo plazo es seguro.
En caso de desacuerdo entre vocación y destino, suele entrar en juego nuestra voluntad, presentándose varias posibilidades:
A) Imponer a la trayectoria vital una orientación basada meramente en gustos y deseos.
B) Proyectar una trayectoria vital de acuerdo sólo con la vocación.
C) Orientar la trayectoria vital en base a criterios intelectuales (racionalizaciones del Ego).
El caso es que la voluntad, conformada tanto por criterios racionales como por otros factores subconscientes e inconscientes, tiene importantes dificultades para cumplir satisfactoriamente su función directora aunando vocación y destino. Además de las pretensiones de dirigir por parte del Ego, habitualmente la conjunción de mente y voluntad carece de los datos necesarios para acertar en su orientación, siendo la causa de buena parte de los fracasos y frustraciones que dificultan tantas vidas.
Para elegir adecuadamente, en vez de seguir los criterios del Ego y los cantos de sirena del subconsciente, la voluntad puede recurrir a los procedimientos que le aporten Sabiduría clara y profunda. Por ejemplo, la meditación, el auto-tratamiento con energías canalizadas, la lectura de registros akáshicos, etc.
¡Qué nuestra voluntad acierte plenamente con el destino que nos corresponde, aprovechando al mismo tiempo las capacidades y habilidades de esa vocación que se ha ido forjando a lo largo de experiencias anteriores!
¡Suerte para todos nosotros!
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